Ya soy un viejo de 80 años y peso 74 Kg. Mi Índice de Masa Corporal es 23,35 un valor normal. Eso no es una hazaña, es la consecuencia de la pérdida de masa muscular de los ancianos. No obstante, debo decir que el sobrepeso ha sido mi gran interés en los últimos treinta años, desde que un día, luego de años de ser un hombre de peso normal me volví casi obeso y ¡Ay! noté que mi ropa ya no me quedaba bien. Era 1988 y recién había renunciado a mi carrera académica de 27 años, acogiéndome legalmente a la jubilación. El aumento de peso se debía, obviamente a mi nueva actividad: era socio y administrador de un restaurante de lujo. Siendo médico (Universidad Central de Venezuela. 1961) y, además, bioquímico, (University of London. University College M.Sc. 1965, Ph.D. 1974) decidí hacer algo al respecto: comencé a leer artículos sobre el tema. Solo puedo decir que después de muchos años como investigador de laboratorio, con todo el comportamiento social que esa vida conlleva, encontré que la investigación sobre la regulación de la masa corporal, algo que tiene tanto que ver con los seres humanos y su desconcertante variedad, es algo muy diferente de lo que sucede al trabajar con células cultivadas o roedores. Me sentía desconcertado inmerso en la literatura sobre la obesidad y el sobrepeso. Y ello a pesar de que algunos años atrás, había ayudado a un colega no avezado en trabajar con roedores en su trabajo investigando la acción de la insulina (debía usar el tejido adiposo de rata). (Pimentel, E., González, C.A. and González-Mujica, F., (1974). Effects of insulin and glucose on sub cellular fractions of rat adipose tissue. Acta Diab. Latina. 11, 206-212.) Por cierto, cosa curiosa, ese colega (Enrique Pimentel) luego fue Director del Instituto de Medicina Experimental de la Universidad Central de Venezuela, cargo que yo mismo ocupé al final de mi carrera universitaria (1985-1987).El hecho es que el estudio del control del peso en el ser humano me entusiasmó a ocuparme del tema con persistencia. Recientemente (hace tres años más o menos) encontré la pista de una base teórica sólida para la solución de un rompecabezas que está siempre presente en la mente de todos los interesados en el tema, incluidos científicos, médicos, nutricionistas, dietistas y personas gordas: ¿Por qué tantas diferencias entre las personas que intentan perder peso? ¿Por qué el llamado "efecto rebote"? ¿Por qué tanta charlatanería haciéndose pasar por ciencia? Lo que encontré fue que el ayuno intermitente (Intermittent Fasting [IF] en inglés) ha puesto las cosas ante una nueva perspectiva. Esto no quiere decir que el problema esté resuelto. No. Afortunadamente para aquellos que disfrutan trabajando como científicos, todavía hay muchas, muchas líneas de investigación abiertas en el campo. Pero finalmente aparece, al menos en mi modesta opinión, con el ayuno intermitente (IF) el embrión de una explicación teórica coherente del problema. No hay duda de que el hombre moderno está comiendo de una manera que no está de acuerdo, no encaja, con su dotación genética. Con esta creencia central en el ayuno, la genética, la neuroquímica, las hormonas, la psicología y, al final, todas las vías de investigación comienzan a tener sentido. Claro, aun tomará tiempo para que la investigación aclare muchos aspectos, corrija otros y llegue a conclusiones que ayuden a resolver ese problema preocupante. Pero sostengo que con lo que sabemos hoy, es posible ayudar a muchas personas que están corriendo un gran riesgo de acortar sus vidas y de renunciar a una vida más feliz debido a una alimentación errónea. De esas consideraciones salió el libro "Ayuno Amistoso". Ahora aparece la secuela que es este "Use el Cerebro"Pero falta lo más importante de este nuevo libro. Me parece que he dado con el hilo de Ariadna