La directriz principal de este ensayo, pretende demostrar que la lógica es insuficiente para dilucidar la cuestión ontológica del ser y de la realidad. Congruentemente, argumento acerca de la necesidad de una dicotomía o discontinuidad para la conformación del sujeto, para la conformación de la consciencia y para la comprensión del Mundo. En consecuencia encuentro necesario suponer un elemento (el Conector C) para interconectar objeto y sujeto, manteniendo dicha dicotomía. Esta dicotomía o abismo que ha impedido desde siempre la tan ansiada "Clausura del Panteón" a nivel ontológico, es para mí una condición necesaria para explicar dicho tránsito. Nuestra consciencia es -en consecuencia- una sucesión intermitente de flases que alumbran a la Nada y al Todo, sumiendo al observador en un paisaje llamado "realidad". Como sería de esperar, el vertiginoso avance de las ciencias positivistas ha tejido un enmarañado telar alrededor de los problemas filosóficos y ontológicos de vieja data. El Teorema de Gödel, el Principio de Incertidumbre, la Teoría de los Cuantos y extraños acontecimientos propios de la física cuántica, me han servido para estructurar a este ensayo, vinculándolos a conceptos que hasta hace muy poco eran de exclusiva competencia filosófica. Es por ello que encontrarán en estas líneas, reflejos de antiguos pensamientos: Platón, Aristóteles y más acá, Descartes, etc. Por otra parte, y quizá como corolarios, he encontrado que -apoyándome en mis hipótesis -puedo pasar argumentativamente a discurrir sobre algunos viejos problemas filosóficos como por ejemplo, la libertad, el problema mente-cerebro, la angustia, la realidad, etc. Y que de la concepción filosóficamente justificada del ser puedo además fijar posición frente a viejas rencillas más acá del monismo-dualismo, tal es el pleito entre ciencia y religión
About the Author: Nací el 22 de Julio de 1952 en Concepción de la Sierra, Provincia de Misiones, Argentina. Estudié Licenciatura en Física en la Universidad Nacional de La Plata, provincia de Buenos Aires, en cuyo ambiente pude canalizar -mediante desveladas charlas estudiantiles- mi profunda curiosidad hacia el problema ontológico del ser. Pronto pude darme cuenta que la solución a dicho problema trascendía a la aventura planteada por las ciencias físicas, matemáticas, cosmológicas; ciencias positivistas, o que en el mejor de los casos, era el torbellino en el cual dichas ciencias tarde o temprano terminarían sumiéndose. Ergo, nuestra curiosidad científica se saciará cuando logremos ensamblar al objeto con el sujeto, cuando mirando por fuera, podamos explicar nuestra escencia, nuestro sentirnos ser. A medida que profundizaba en las cenagosas tierras de la física cuántica y aledaños, fui encontrando argumentos para justificar desde el propio positivismo, dicha intuición. El teorema de Kurt Gödel y el reduccionismo ad infinitum que jalonaban -y jalonan- día a día el devenir científico en busca de la tan ansiada clausura del panteón, me hacen dudar incluso de la potencialidad de la lógica, de su máxima suficiencia. No somos nosotros entonces culpables, por no lograr comprender acabadamente al Mundo -por no lograr su clausura- pues inserto en su arquitectura como una potencialidad propia de su ser, del ser, yace plácidamente segura, su intrínseca incognoscibilidad, su trascendencia recursivamente infinita. Dicha trascendencia, dicha inalcanzable lejanía, me impulsaron a navegar -quizá épicamente- en pos de él. Este ensayo pretende ser, entonces, una bitácora más o menos ordenada de mi viaje hacia los confines de la Tierra -hacia el lugar en donde los mares se despeñan en el infinito- en busca de esa mítica tortuga que sostiene al Mundo. Libros Publicados: "Historias y Cuentos" Editorial Universitaria de Misiones ISBN -13: 978-950-579-048-7 Adquirible también en Amazon.com Ocupación: Docente Otros Colaboré entre los años 2002-2010 en Columna de Opinión en los principales diarios de Posadas, Misiones, donde desarrollé una interpretación histórica de la realidad política, económica y social de la Argentina.