En este libro, Paulo Padrós Garzón vuelve a hacer hincapié en la manipulación masiva de información como una estrategia de manipulación de las masas, para que éstas sean funcionales a las utilidades del segmento social más poderoso, aún enfrentándose a sus propios intereses de clase. El trabajo comienza con un breve repaso de las ideas de Chomsky para continuar con Timsit, cuyos postulados principales se los atribuyen al propio Chomsky. Pero entrando de lleno en las clases del general Perón, (de hecho, ya dijimos que esta serie "Peronismo para principiantes" está basada en su Manual de Conducción Política), el mismo general nos enseña que el principio de la economía de fuerzas en la conducción política es un "Sistema que permite obtener un poder concentrado en un lugar y en un momento determinado," para lo cual hace falta buena información que nos ayude a proyectar una estrategia adecuada. En esta estrategia, se torna fundamental tanto la lucha en el orden nacional como en el internacional, ya que "Se trata siempre del enfrentamiento de dos voluntades contrapuestas" que inciden directamente en nuestras decisiones de política o gestión de gobierno.Ahora, para una administración adecuada de los asuntos políticos y de gobierno, Perón nos muestra claramente la necesidad de la formación y el prestigio de nuestros conductores y mandos medios, estableciendo una clara diferencia entre lo que es ese prestigio con respecto a la popularidad: La popularidad llega un día, pero también es susceptible de irse otro día. El prestigio se gana paso a paso, pero también se pierde paso a paso. De allí que la política justicialista ha sostenido el abandono de la antigua mentira política para proceder siempre leal y sinceramente, (aunque a veces no se note), porque esa es la única forma que asegura el dominio en forma permanente. Según el general, "Uno debe obrar siempre con lealtad y con sinceridad. Aun los errores cometidos con lealtad son perdonables. Imperdonables son los cometidos con mala fe." Lo importante es establecer con toda claridad que la conducción se hace en base al dominio de un pueblo, que no es otra cosa que una masa organizada, y que ese dominio no se ejerce por la popularidad sino por el prestigio como la base de todo; prestigio que da ese dominio general y permanente al conductor y que le da libertad de acción para proceder sin estar teniendo que pedir permiso todos los días, ya que en la gestión inmediata de algunas decisiones políticas eso no es posible, y por ello es que se torna fundamental tanto la formación intelectual e ideológica de nuestros líderes, como que esté armado con valores de honestidad, humildad y transparencia. De otra manera no se puede llegar a ninguna parte, pues ese prestigio y su formación asegura la libertad de acción del conductor mediante la subordinación voluntaria de todos los hombres que lo siguen y creen en él. Creyendo en él, tiene su gente detrás y no necesita darse vuelta para comprobar si lo siguen o no; él sabe que lo siguen y que lo van a seguir.Por esa razón, la base de la doctrina justicialista sostiene eso: Que es necesario proceder con veracidad en todos los actos, y afirmar eso en la lealtad y en la sinceridad. El hombre que no procede así en el peronismo o en cualquier otro movimiento, nunca llegará a ser nada. Por eso, el cultivo de las virtudes personales es la base de la conducción..... ¿Ahora entienden el sub título de esta serie, "Y para los que se olvidaron"?