Estamos más vivos cuando estamos enamorados Amor oscuro La lluvia era como la noche. Realmente no sé qué lo causó. No es que me gustaría tener la libertad de hacer lo que quiera en cualquier momento. Con la máscara en la mano, me quedé en el rellano del primer piso, mirando a Rika, sentada en su auto. Ella tenía la cabeza gacha. A pesar de la lluvia torrencial que caía sobre su parabrisas, se podía ver su rostro, iluminado por la luz de la pantalla de su computadora portátil. Negué con la cabeza, mis dientes apretados. Observé a la prometida de mi mejor amigo terminar de hacer tapping. Luego se apagó la luz de la pantalla y abrió la puerta, salió del auto y comenzó a correr bajo la lluvia torrencial. Ojos y cabeza hacia abajo. Brazos por encima de la cabeza para protegerse de la lluvia, bloqueando su campo de visión. Tomé una larga bocanada de aire fresco, mi corazón latía con fuerza, mi hambre crecía. De repente, el sonido de la lluvia, que caía por el callejón exterior, invadió el dojo y la pesada puerta de hierro se cerró de golpe en la planta baja. Mi corazón latía más fuerte en mi pecho y cerré los ojos para saborear la sensación. Saqué la capucha de mi sudadera negra sobre mi cabeza y me giré para mirar por encima de la barandilla. " ¿Hay alguien ahi?" preguntó de nuevo, con más urgencia esta vez. Siempre fue lo primero que la gente notó sobre Rika. En la oscuridad de su penthouse, en la oscuridad de este dojo, en la oscuridad del callejón, en los cuartos oscuros y en las calles oscuras... ella siempre sobresalió. Me agarré a la barandilla de acero, con los pies firmemente plantados en el suelo, y lo vi caminar lentamente por el salón principal. Miró a derecha e izquierda, repentinamente alerta, antes de activar los interruptores nuevamente.
Su respiración se aceleró mientras apretaba su agarre alrededor de la correa de su bolso. Con la cabeza inclinada hacia un lado, los ojos todavía en ella, reprimí una sonrisa. Debería haberle hecho saber que estaba allí. Y, cuando entró en la habitación de abajo, no pude evitar querer aprovechar al máximo este momento. Ella no sabía que yo estaba allí, justo encima de ella. Ella no sabía que la estaba mirando en este momento. No sabía que podía correr hacia ella, arrinconarla y derribarla antes de que tuviera tiempo de entender lo que le estaba pasando. No quería asustarlo, y al mismo tiempo lo hacía. Y no quería que me gustara, porque me enfermaba. Mi respiración comenzó a detenerse y me agarré a la barandilla con más fuerza, repentinamente asustada por mis propias reacciones. "Sé que estás ahí", dijo, mirando a su alrededor, con las cejas fruncidas. Pero la expresión de valentía en su rostro era forzada y sentí que mis labios se estiraban a mi pesar en una sonrisa bajo mi máscara. Su larga camiseta gris dejaba ver uno de sus hombros. La parte superior de su pecho y su cuello, empapados por la lluvia, brillaban. Era probable que nadie la hubiera visto entrar al edificio. Y la forma en que acababa de empezar a retroceder de la habitación a oscuras parecía indicar que se estaba dando cuenta. El piso de metal crujió bajo mis pies y ella levantó la vista ante el ruido. Ella me miró. Me dirigí a las escaleras sin apartar los ojos de ella. "¿Mía?" ella preguntó.